Durante años, la hotelería aceptó una idea como verdad absoluta: Para vender habitaciones necesitas un motor de reservas. El problema no es esa idea. El problema es qué se entendió por motor de reservas. Hoy conviven dos modelos radicalmente distintos.
Qué es un motor de reservas tradicional
El motor tradicional está diseñado para mostrar disponibilidad, listar precios, permitir seleccionar fechas, y completar una reserva mediante clics. Funciona bajo una lógica clara: El huésped sabe lo que quiere y solo necesita un formulario. Ese supuesto ya no se cumple.
Qué es un motor de reservas conversacional
Un motor conversacional está diseñado para hablar con el huésped, entender su intención, responder preguntas, capturar información, y guiar la decisión paso a paso. Parte de una verdad distinta: El huésped decide mientras conversa. No espera. No explora. No navega. Pregunta y decide.
La diferencia no es tecnológica. Es mental
Un motor tradicional asume decisión previa, paciencia, y claridad total. Un motor conversacional asume duda, comparación, y necesidad de acompañamiento. No es mejor interfaz. Es mejor modelo de venta.
Dónde falla el motor tradicional hoy
El motor tradicional falla cuando el huésped tiene una duda, quiere confirmar algo, necesita contexto, o compara opciones. En ese momento abandona, escribe por WhatsApp, o va a una OTA. El motor queda fuera de la decisión.
Dónde gana el motor conversacional
El motor conversacional gana cuando la decisión no está tomada, hay preguntas, hay comparación, hay urgencia. Es ahí donde responde, explica, y mantiene al huésped dentro del canal directo. No empuja. Acompaña.
Conclusión
El motor conversacional no mejora al tradicional. Lo reemplaza en el momento clave. El formulario sirve cuando el huésped ya decidió. La conversación sirve cuando aún está decidiendo. Y hoy, la mayoría aún está decidiendo.